Causabas daño aún...Y en mi abandono
eras sólo un recuerdo ya marchito
de desamor, de soledad, de encono;
indecible presencia de delito.
Hoy quise recordarte. Y a destono
se me adentró el olvido, como un grito.
Tal vez deba decir que te perdono,
pero es más simple: no te necesito.
Hago un esfuerzo por reconocerme
en aquella que fui: frágil, inerme...
Y trato de evocar la vaga herida,
hoy, que eres como un rostro trascordado
que no sé si conozco o ha pasado
por mi calle, una tarde envejecida.
Julieta Prilutzky Farny.
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