Me encuentro sentada en el medio del piso, asolada, fría y distante. Los rastros que dejan mis lágrimas me queman, y mi corazón es una antorcha prendida que no para de latir. No me puedo escapar de mí, y sin embargo quiero estar lo más lejos posible, siento mi piel despegarse, me siento ir y con ello el dolor.
Me veo entumecida, desde arriba, desde lejos. Desde donde nunca creí estar.
Me veo viva, deseando morir.
Y sé que a nadie le importa.
Todos creen haber sufrido más.
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