Hablemos de la gente. No de las personas, de la gente. De esos seres vivos, que respiran y parecen ser humanos, pero que en realidad son parte de una vasta masa de almas, que no piensa... Sigue una idea sin saber porqué.
Mi universo es sucumbido por cientos de desilusiones diarias, desilusiones sobre gente que pinta un panorama bastante diferido de la realidad. Está bien, estoy acostumbrada. Sí. En cada persona en la que uno confía, está en suspenso el derecho a decepcionarte, es natural, es esperado, es predecible. No hay que esperar nunca nada de nadie, eso amortigua el golpe del fallo.
¿Qué es lo que motiva a la gente a actuar de este modo? Elegir, nada más sencillo que eso. Cada uno elije en qué creer, en quien confiar y supongo que después de todo, cada uno defiende su verdad, el problema es cuando no sabemos qué verdad seguimos, o porque realmente lo hacemos; el problema es qué perdemos en el camino por intentar pertenecer a la masa creyente de esa verdad universalmente errónea.
Mirar las situaciones en perspectiva es como sacarse el velo de los ojos y realmente mirar desde el plano más objetivo posible, la realidad. No hay verdades universales, hay elecciones universales a las qué un grupo de gente con sed de pertenecer, adhiere.
No pertenezcan a este grupo de seres indeseables.
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