Ya no sé quien soy, pero de alguna manera no parece importar. Uno se termina acostumbrado a sus nuevas versiones, así como te acostumbras cuando cambias una lámpara y su luz parece extraña, más oscura.. más clara.
No importa la gente que pierda, importa no perderme a mí, no volverme loca en la literalidad de la palabra. No abrazar nuevas formas de autodestrucción.
Mi mente tiene que casarse con las palabras que digo y las ideas que tanto sostengo.
Hoy tengo ganas de llorar, hay algo adentro que nadie puede arreglar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario