Me quede mirando al vacío durante el desayuno, él me pregunto que me pasaba.. "nada" le respondí. Mi mente había vagado a un pasado que creía enterrado, a una antigua versión de mí que movió inseguridades pasadas y rompió con el caparazón.
Se dio cuenta, no lo amo en vano. Se levantó de su silla, me abrazo por la espalda dándome fuerzas. Había tantas cosas que de mí no sabía, que no tenía ni idea que no parecía justo vivir sin hablarlas.
- Sos la mujer del millón de secretos, lo sé. Pero me gustaría saber que es lo que te pasa cuando volas a júpiter. Me gustaría ser parte de vos.
- No sé, no estoy orgullosa de quien era. No puedo con mi pasado, no es que no quiera.
- ¿A cuantos mataste?
- 6 o 7.. pero eso no importa ahora.
- Jajajaja, otra se enojaría con esos chistes.
- Bueno, sabes que nunca fui del montón.
- Y por eso te amo, no pensas que es hora que vos te ames también?
- Agradece que por lo menos no me odio.
Me vestí, recogí mis cosas, le dí un beso y me fui a mi trabajo, en esa cara oficina, con ese alto sueldo y la gente de papel. Ahí me di cuenta que necesitaba regresar a mí, estaba siendo todo eso que mi antigua yo hubiese odiado ser.
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