Apoyo mi frente en su mejilla y me siento tranquila.
Toma mi mano y le da un beso.
Suspiro sin que se dé cuenta.
No quiero necesitarlo.
Sentirme vulnerable.
Pero acá estoy yo, acá esta a él.
Y lo quiero, vaya si lo quiero.
Pisar tantas minas.
Reventar tantas veces.
Valió la pena.
Juntar los pedazos de nuevo.
Seguir caminando.
Valió la pena.
Porque todo lo que una vez imaginé,
está acá, junto a mí.
Hoy.
Gracias.
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