Su nombre era "Lucrecia" y era un alma llena de alegría, inocencia y luz. Él se llamaba "Bautista" y era su contrario, vivía embarrándose las botas en el pesimismo, era una persona con poca imaginación y mucho cinismo, alguien realista y para nada soñador, perfecto para ella.
Salieron del hotel agarrados de las manos, como si todo eso fuera natural, como si nada importara ya. Caminaron por la ciudad y dieron vueltas sin parar. Fueron al café y se tomaron una foto juntos.
Sus charlas era nintermitentes. La forma en la que le miraba los ojos era tan especial, que incluso el hombre mas escéptico de la tierra se hubiese conmovido. Recorrió con su indice su rostro, como si estuviese queriendo dejar una marca invisible, le acomodó uno de sus cabellos por detrás de su oreja y le susurró al oído un 'te amo' silencioso, sin segundas intenciones. De lejos se veía que los ojos de ella comenzaron a brillar, brotando lagrimas de emoción. Le beso la frente y seguidamente sus labios.
Ambos deseaban que ese momento se detuviera para siempre. Que se congelara la corriente.
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