viernes, 19 de octubre de 2012

Summertime sadness.

Sus labios sabían a peligro, y parte de su pelo olía a desesperación. No me importó, tenía algo escondido en su mirada que me encandiló, buscaba secretamente ser salvada y no quería decirlo.
Se describía como una mujer con furia por vivir, con hambre de mundo, con sed de victoria. Una perdedora de los viejos tiempos, pero con una fuerza de voluntad grotesca. Y no me mentía. Lo único que puedo decir para describirla desde mi perspectiva es que, algún día, esa mujer de piernas firmes y mirada asustada, conquistará el mundo.
Me sentía abatido entre dos sentimientos encontrados, el miedo de su imponente presencia y el deseo de tenerla, de quererla, de saberla mía. El coraje acompañó la jugada, y una palabra llevó a la otra, rindiéndome en el descubrimiento de un ser que era mucho más sensible de lo que parecía, mucho más frágil.  Sostenía un domo de policarbonato sobre su corazón,

- Mujer precavida vale por dos - dijo.
- El plástico siempre se puede derretir - sostuve.
- Mi corazón no es de hierro, sabes? - me dijo. Y sostenida por un momento frágil como el ala de una mariposa, prosiguió luego de un largo suspiro: - Es a matar o morir.
- Qué? - atiné a preguntar.
- El amor, cabrón. - sonrió.
- Morir será.

Ambos sonreímos, y eventualmente tomamos nuestros caminos pertinentes. Pero yo nunca me olvidé de su alma cristalina, de ella, de sus sueños. Y aún tengo la esperanza de encontrarla. De nuevo. A mí lado. Por siempre.

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