jueves, 15 de agosto de 2013

Diez años más en loop.

Una leve sensación de conciencia me despierta del sueño más profundo. El día va a ser un poco menos miserable que ayer, pero más que mañana. Mis pies tocan el suelo, literal pero no realmente. Está frío, estoy fría. Por cinco minutos disfruto todavía no acordarme quien soy.
El sol toca mi cara, y me siento asquerosamente viva. Sacudo la cabeza para intentar despejar pensamientos autodestructivos, y de nuevo pienso, ¿por qué a mí?. La fe se me fue entre los dedos como la arena, y sólo me queda un poco de desesperación en un bolsillo y una cuenta corriente de angustia. Muchos adioses nunca dichos por miedo a que alguno, alguno quizás, termine siendo el último. Decir en voz alta ciertas cosas, las vuelve reales. Yo no quiero realidad, yo te quiero a vos hasta los 125 años. Nunca va a ser un buen tiempo para despedirse. Hay adioses que son mejores no tenerlos.

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