martes, 4 de octubre de 2011

Make a move.


Llegué a su departamento vacío y solitario. Deje mis cosas en la mesa, me miró y sonrió con sus dientes grandes y perfectos. Todo en él lo era.
Preparó un té, hablamos de temas que las parejas comunes no hablarían, me recosté en su brazo. No quería hablar, no quería pensar, no quería reír. Quería recaer en él y sentir que todo estaba bien. Que no era necesario llenar (o superar) las expectativas de nadie, ni si quiera las mías.
El mundo siempre intenta entenderme, comprenderme, descifrarme. Pero ellos no entienden que yo no quiero impresionar a nadie más que a mí misma, me subestimo por eso necesito saber donde voy (o puedo) llegar. Lo demás, es superfluo.
Le dí un beso, lo mire fijo a los ojos. Me cuestionó mi mirada indagadora. Le dije que no era culpable y que lo amaba. Me abrazo, me dijo 'te amo' por primera vez y por un instante sentí que tenía todo lo que siempre quise tener. Que ese momento, era el momento que esperé toda mi vida.
Dos años después, él, se mató.


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