viernes, 28 de octubre de 2011

Rosario I


Pongo el Winamp en modo aleatorio y dejo que me sorprenda. A veces aparece alguna canción de boliche, de esas que bajo y escucho para escapar de mi cerebro. La ciudad estaba llena de extraños hoy, extraños que miran con dos ojos grandes, extraños que juzgan, extraños que siempre antes de salir, tomo en consideración.
Tengo 18 años y un mar de inseguridades más grandes que el argentino, tengo un océano de inseguridades que no me deja disfrutar de la vida, de ser yo.
Tengo 18 años y no puedo hablar en público. Me aterra. Todo lo bueno que tengo, lo encierro en mí, me enfrasco. No me dejo salir.
Vivo actuando porque papeles para hacer, personas para interpretar... hay miles. Pero nunca sé como es el libreto correcto para interpretarme a mí. No puedo interpretar mí propia persona... quizás eso les de alguna pista de qué es lo que me pasa.
Ahora está pasando una canción de reggaetón, horrible. Cambio, busco algo que me llene el alma, que me de ganas de escribir. Mi sueño es vivir para escribir... me creo una escritora. Es lo único que sé hacer bien: escribir, en lo demás apesto. Tengo algún libro por ahí publicado, pero nada muy grande, quiero ser capaz de crear en mi cabeza una historia... algo. Y lo soy, pero no tengo ganas de escribirlo, me enfrasco. Otra vez.
Cuando era chica, fantaseaba con escribir libros, contar mi historia, inspirar a chicas que como yo se encontraban solas. La soledad no implica no tener gente alrededor, la soledad implica no tenerse a uno mismo cerca. Es un concepto difícil de explicar, pero lo que todos entienden como soledad, no es soledad... eso es, histeria. Estás solo porque querés, te sentís sola porque no querés estar solo. Es confuso.
Los chicos son muy hirientes cuando quieren, la gente sabe donde apretar para lastimar. Algunos ignoran ese poder, otros son demasiado bondadosos para utilizarlo, y hay gente que lo usa despiadadamente y en demasía. Como yo, en casos necesarios o aburridos.
Ser diferente en Rosario, parece un castigo. Todos debemos seguir las tendencias, ser y estar de moda. Aprobar materias, verse bien, vestirse bien. Hay que llenar el Status Quo que tanto necesitamos para vivir. Puto Status Quo. Soy diferente, y por eso soy mejor.
El nuevo estándar solo fluye de entre los Machos Alfa y las Barbies Huecas. Cuerpos perfectos, sonrisas pulidas. Cerebros vacios, gente que camina y respira porque Dios es bondadoso, y los deja vivir. Injusticias de la sociedad pero allí están ellos, luciendo lo mejor que tienen... su exterior. Gente que se preocupa del qué dirán, más que yo. Muñecos de plástico que adoran se admirados, muñecos de plástico que adoran ser sobados por un conjunto de personas que quisieran ser como ellos, porque siempre para un Quijote, hay un Sancho Panza (Perdón Cervantes por joderte así, comparando al glorioso Don Quijote, con estos monigotes).
Después hay mil quinientos tipos de personas más, Rosario está llena de gente, pero al mismo tiempo tan vacía de personas. Todos buscando algo, todos perdiendo algo. La gente vive perdiendo cosas, esenciales, abstractas. La gente vive perdiendo... y no se da cuenta. Pierden tiempo haciendo lo que deben, haciendo lo que creen que está bien. Pierden tiempo siguiendo supuestas normas morales... que más morales, son sociales. Normas para seguir perteneciendo al grupo “IT”, con sus blondos cabellos y sus doradas pieles.

Esta es parte de la hipocresía, parte de Rosario, de mí.

3 comentarios:

  1. Me arrodillo ante usted señorita.

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  2. me alegra saber que en este ciudad todavía queda gente como vos Belu,no cambies por favor,los locos necesitamos de quienes vean el mundo de otra manera ;)

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