domingo, 9 de enero de 2011

Y si, la distancia mata al amor.


Me acuerdo.. me acuerdo cuando todo esto de regalar besos era un juego, me acuerdo cuando era divertdo..excitante, emocionante. Me acuerdo cuando no habia amor por medio, cuando la soledad no molestaba y la conciencia tampoco.
Hoy, después de una noche de diversión sin noción, me subi al taxi como siempre.. hablé un poco con mi amiga, la despedí en su casa y seguí destino hacia la mia, como siempre. Había pasado una noche genial, mucha risa, mucho baile, de mucha gente.
Me puse a escuchar música, a pensar un poco.. y eso ya, no estuvo bien. Vi un cartel que te nombraba a gritos, vi un cartel que pedía auxilio.. y pensé ¿cómo un cartel pide auxilio?, no era el cartel era mi cabeza la que me pedía que dejara de callarla con excusas estúpidas, con reflexiones sin sentido que solo terminaban en la autoflagelación de mi corazón. Era él, el temible inconciente, que no me dejaba respirar tranquila, que me estaba avisando que por mas que yo quisiera ÉL iba a estar siempre en el fondo.. ahí, palpitante.
Después me acordé de todo lo imposible que era nuestro amor, de todos los obstaculos, de todos los problemas que él nunca se iría a animar a sortear por mi. Y pensané en mi "way out" chico, en que no se merecía que yo pensara en mi pasado.. pero sabía que me era imposible.
Pensé en mi "way out" chico y sonreí.. SI, sonreí. Y eso es una buena señal. Me gusta, es buen chico y me quiere: ¿qué más puedo pedir?.. ¿que sea "el forastero"?

(CALLATE INCOSIENTE, CALLATE).

No podía pedir más que que todo fuera verdad, no podía pedir más que las palabras que el way out te había dicho antes de partir.. fueran reales. Tenía que esperar, pero a mi cabeza le encantan los juegos masoquistas, le encanta el amor terrorista, le gusta el dolor en su mayor expresión.
Cuando volvía en ese taxi, en ese instante, con esa canción que hablaba de una mujer que necesitaba ser liberada y desconectada de su mundo, que hablaba de una mujer que necesitaba un escape, un "no se que" que la sacara del infierno de la mediocridad diaria.. me sentí identificada, todo esto mientras que un millón de pensamientos colisionaban en mi cerebro y mi cara hacía firme reflejo de ello. En lo que pasa un minuto decidí mirar al taxista cuyo par de ojos reflejaban una mezcla de incertidumbre con intriga y confusión ante la cara de tristeza y deseo de su pasajera. Ahi me di cuenta de que mi cabeza pensaba demasiado, que era otro de esos ataques de querer cambiar el mundo y saber que no tenía las fuerzas ni si quiera para cambiar mi pelo de color.. frené mi cabeza, olvidé los carteles que gritaban su nombre y me sumergí en una de las tantas canciones sin sentido que tenía el celular. Para olvidar. Para no recordar que hay algo que esta incompleto.

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